Aunque en México, hasta ahora, la guerra entre Rusia y Ucrania se ha vivido con cierta tranquilidad, una de las industrias que ya está empezando a resentir los estragos de este conflicto armado -al igual que el resto de la agricultura en el país- es la de los vinos.
En países como España y Francia, que venden directamente a las naciones en conflicto, el impacto al sector vitivinícola se da en las exportaciones y en los costos de producción, debido al incremento de la inflación. En México, la historia no es tan diferente. Aquí, las repercusiones van dirigidas a los viticultores, quienes también se enfrentan al encarecimiento de los costos de producción en los viñedos.
Miguel Hernández, director y enólogo responsable de Casa Miguel Hernández Vinos y Viñedos en Puebla, explica que en este momento la guerra le está pegando directamente a los insumos y el campo en general se está viendo muy afectado. Por lo que “si el conflicto continúa, las repercusiones serán más fuertes para los pequeños agricultores de las zonas más marginadas del país, quienes se verán impedidos para acceder a insumos y, por lo tanto, sus producciones podrían tener una caída de hasta el 50%”.
En la agricultura convencional, que destaca en el norte del país, mucha de la superficie de los viñedos se mantiene por un sistema de riego por goteo, donde se utilizan fertilizantes nitrogenados, que tienen como ingrediente clave el amoniaco.
“Esto se ha vuelto muy complejo porque para producir amoniaco se necesitan cantidades enormes de gas natural, elemento que Yara -la compañía líder en la fabricación de fertilizantes- obtiene de Rusia”, detalla el especialista formado en las regiones vinícolas más prestigiadas de Francia, como Burdeos, Alsacia, Ródano y Borgoña.
De acuerdo con información de la BBC, las oficinas de Yara International en Kiev, Ucrania, fueron impactadas por un misil ruso, provocando ajustes en la producción de fertilizantes y, por lo tanto, un alto impacto en el suministro mundial de este elemento básico para las operaciones de los viñedos.
“La actividad agrícola en México se está encareciendo a pasos agigantados”, añade Miguel Hernández. Para muestra un ejemplo: hoy, los pequeños productos invierten el doble en el proceso de fertilización de su parcela, en comparación con lo recursos que destinaban el año pasado.
Pero esta no es la única afectación para el sector vitivinícola. El especialista que ha participado en los salones más prestigiados de Europa, y ha sido juez en el concurso mundial del Chasselas en Suiza, menciona que el transporte de los insumos también está subiendo de precio.
En 2021, un contenedor en la vía aérea que sirve para mover el material vegetativo de plantación de nuevos viñedos costaba 4,800 euros, este año ya ronda los 12,000 euros. El incremento se da por el alza del combustible y, además, porque este tipo de artefactos también se utilizan para la transportación de vacunas al ser refrigerados.
En la producción de botellas es lo mismo. “Ya nos anunciaron que van a subir de precio porque el gas ya cuesta más. Para elaborar las botellas es necesario utilizar hornos enormes que, por su volumen, requieren de gran cantidad de gas”, menciona el enólogo originario de Puebla.
De acuerdo con el estudio “El mercado del vino en México”, elaborado por la entidad empresarial ICEX España en 2021, la producción de vino en el país se sitúa en 2.5 millones de cajas, unos 22.5 millones de litros, y una superficie de cultivo de 8,431 hectáreas. Este nivel de fabricación de vino se podría ver amenazado y la expansión de nuevos viñedos podría descender si el conflicto bélico continúa, ya que los insumos siguen aumentando de precio.
Esta situación pone sobre la mesa la oportunidad que tiene la industria vitivinícola de transitar a un modelo de producción sostenible, tal y como lo recomienda la FAO – Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura-. Hoy, la región más grande de vino se encuentra en el norte del país, donde se utiliza agua de riego para la producción, mientras que en la zona central se aprovecha el agua de lluvia.
“Se calcula que se requieren hasta 850 litros de agua para crear uno de vino (el 90% en la producción de uva), por lo que es de vital importancia hacer crecer la zona productiva en el centro de México para tener un sistema más sostenible que nos permita crecer y reducir costos”, aconsejó el enólogo.
Finalmente, Miguel Hernández advirtió la importante de seguir el ejemplo de naciones europeas para evitar una catástrofe en el sector agrícola. Y así como Francia anunció un paquete especial para reforzar la industria, debido a que la considera un tema de seguridad nacional, en México las decisiones deben tomarse bajo la misma lógica, no solo en la industria del vino, si no en los sistemas agrícolas nacionales.
“No veo una política para reforzar la agricultura en el país, aunque es el segundo motor más grande la economía mexicana (…) Todo estamos conectados, lo que sucede del otro lado del mundo también nos afecta a nosotros y, si la guerra continúa, las repercusiones serán severas para las zonas rurales que no podrán acceder a sus insumos”, concluye Casa Miguel Hernández Vinos y Viñedos en Puebla
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